Todos sabemos que el consumo
de azúcar es malo para nuestra alimentación en muchos aspectos. Y con azúcar no me refiero solo a la sacarosa
o azúcar de mesa. Existen diferentes tipos de azúcar que podemos consumir, como
la mencionada sacarosa, la lactosa (azúcar de la leche), maltosa (azúcar de malta), o la fructosa
(azúcar de la fruta), entre otros.
Respecto a la fruta,
la mayoría de personas no sospecha de la cantidad de azúcar (fructosa) que contiene. Es un tópico escuchar: “mi alimentación es muy sana, porque como
mucha fruta”. Nada más lejos de la realidad. La fruta no es tan sana y no nos ofrece tantos beneficios como nos han
hecho pensar. Consumir mucha fruta
hace que consumamos mucho azúcar, dañando nuestro hígado y desequilibrando
nuestros valores hormonales.
En la actualidad, nuestra alimentación incluye demasiados azúcares, seguramente en toda la
historia de nuestra especie jamás hemos tenido a mano tanta cantidad, y no hace
falta pensar en el paleolítico o el neolítico, a principios del siglo pasado el azúcar era un lujo.
También es importante citar que, mediante la industrialización, la fruta ha sufrido una serie de cambios,
y se ha ido seleccionando progresivamente la variedad más dulce.
Razones para limitar
el consumo de fruta y fructosa
La fructosa es metabolizada por el hígado y no es
una fuente rápida de energía. Por el contrario, la glucosa se absorbe inmediatamente y la energía sube y baja
rápidamente. Todas las estructuras de nuestro cuerpo pueden metabolizarla. Pero
la fructosa, es metabolizada y
guardada, en gran parte, por el hígado
en forma de glucógeno como reserva para cuando necesitemos hacer un
esfuerzo.
Cuando la fructosa
llega al hígado este se dedica en
exclusiva a metabolizarla. Eleva la ghrelina en sangre y esta es la hormona que incrementa el apetito,
por lo tanto ingerir fructosa no sacia el apetito y después sentirás
más hambriento.
Teniendo claro esto, es bastante fácil darse cuenta que un exceso de fructosa hace trabajar
demasiado al hígado y te predispone a
sufrir una resistencia a la insulina y a la larga esteatosis (hígado
graso por acumulación de grasas en la célula hepática). En grandes cantidades funciona como una toxina, el hígado necesita metabolizarla y lo hace transformándola en grasa y enviándola a nuestras células adiposas. En resumen, sí, la fructosa engorda.
Un exceso crónico
causa dislipidemia, una alteración
de los marcadores de lípidos en sangre lo que supone un riesgo de
enfermedades del corazón. El cuerpo reacciona defendiéndose, aumentando
sus niveles de colesterol para protegerse. La fructosa tiene los mismos
efectos sobre el hígado que el alcohol, ambos en exceso son toxinas.
Por otra parte, causa resistencia
a leptina, la hormona que regula el peso controlando el apetito y los niveles hormonales. Esta resistencia suele ser la causa de
obesidad de esas personas que comen poco y engordan fácilmente.
El exceso de fructosa en tu dieta
puede ser la causa de todos los problemas asociados al síndrome metabólico
(diabetes, hipotiroidismo, obesidad, enfermedades coronarias… etc).
Incrementa la
producción de ácido úrico, y unos niveles altos nos pueden conducir a
agravar una hipertensión, tener
“piedras” en el riñón e incluso sufrir gota.
Las células cancerosas crecen y proliferan
muy bien con la fructosa como fuente
de energía.
Reacciona con las
proteínas y las grasas poliinsaturadas (7 veces más que la glucosa)
generando radicales libres que oxidan las células, contribuyendo a la
inflamación
crónica. Esto se traduce en un envejecimiento
prematuro que también se notará en tu piel.
Un exceso también puede desequilibrar tu flora intestinal, promoviendo y fomentando
el crecimiento
de bacterias patógenas.
Cuanto consumir al
día
En pequeñas dosis,
la fructosa natural (frutas, verduras y miel) no es dañina y nuestro organismo está preparado para ello.
El azúcar de la mayoría de frutas es
mitad glucosa y mitad fructosa. Tomar más de 100 gramos de fruta al día puede ser problemático.
Debemos ser muy
moderados en el consumo de fruta,
si bien es cierto que al eliminar la mayoría de toxinas (gluten, aceites
vegetales y alimentos procesados, etc.) de nuestra dieta, seguramente
nuestro hígado y hormonas resistirán mejor el impacto de la fructosa. Pero, en cualquier caso, no debe convertirse en un hábito y si te preocupa tu peso
no deberías consumir fruta con otros
alimentos. Sin duda, la mejor hora para
consumirla es sin dudarlo en ayunas.
Por último, ten en cuenta que lo que es realmente
dañino para nuestra salud es mantener un alto consumo de azúcares cada día,
bien sea por comer dulces, bien sea por consumir muchas “sanas” frutas….
Resumiendo:
- Consumir muchas frutas, no es saludable ni beneficioso.
- El consumo crónico de fructosa está relacionado con resistencia
a la insulina, dislipidemia, esteaotosis, síndrome metabólico, etc.
- Tomar más de 100 gramos de fructosa al día puede ser
problemático.
- El mejor momento para consumir fruta es en ayunas.
- Si quieres perder peso limita la fruta y consúmela sola,
no con otros alimentos.
FUENTES:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22457397
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22291727
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/20086073
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21623683
www.megustaestarbien.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario