En primer lugar, determinaremos dos tipos de fibra, con diferentes
funciones: la fibra insoluble y la fibra
soluble. La fibra insoluble es gruesa y áspera, y no se puede disolver en agua.
Se localiza en cáscaras de granos, nueces, y en la mayoría de verduras. Cuando la consumimos, el volumen de las heces aumenta. Por otra
parte, la fibra soluble se
encuentra en legumbres, semillas de lino y en algunas frutas. Se disuelve en agua para formar un material gelatinoso en el tracto
digestivo, por lo cual se reduce la absorción de azúcares en el
intestino.
Ambas fibras, conforman un grupo de moléculas de azúcar unidas
mediante enlaces químicos, que nuestro organismo no puede
romper fácilmente. En el intestino grueso, las moléculas de la fibra
soluble se convierten en cadenas cortas de ácidos grasos, la fibra insoluble, pasa por el intestino sin pena ni gloria.
Entonces, ¿cuáles son los beneficios? Se requiere un
mayor esfuerzo para poder masticarla e ingerirla, por lo que se ralentiza
la absorción de nutrientes en el intestino, y se “engaña” al cerebro, al
recibir la señal de que ya se ha comido lo suficiente.
En la actualidad, la mayoría
de personas consumen aproximadamente unos 15 gramos de fibra dietética al día (dos piezas de fruta y dos
ensaladas), pero las recomendaciones médicas hablan de 38 gramos al día para los hombres y 25 gramos para las mujeres, lo que equivaldría a 9
manzanas. ¿Por qué tanta diferencia entre lo habitual y lo recomendado? Porque
algunos profesionales no encuentran otra solución a cualquier problema relacionado
con el estreñimiento, que no sea un alto consumo de fibra. Estos consejos y
recomendaciones no han sido probados con el método científico.
Sin embargo
lejos de resultar en un beneficio, un exceso
de fibra puede evitar la correcta
absorción de zinc, magnesio, calcio y hierro en el intestino e inhibir la actividad de algunas enzimas pancreáticas.
Tampoco hay evidencia científica de que sea beneficiosa para evitar el cáncer colorectal, dado que esta
afirmación se basa en creencias y/o estadísticas de poblaciones que consumen
abundantes cantidades de frutas y verduras. A través de afirmaciones como esta,
la industria alimentaria utiliza y abusa de ellas para vender productos
enriquecidos con fibra que te hacen ir al baño.
Lo ideal es que
la fibra
de nuestra alimentación, provenga de alimentos vegetales enteros (patata, verduras de hoja verde,
zanahorias, bayas, semillas y frutos secos). Solo aquellas personas
que tuviesen problemas intestinales más graves, deberían suplementarse
con fibra soluble.
Método alternativo
al estreñimiento:
El hecho de que
se presente estreñimiento es una señal de alarma, que nos alerta de que algo en
el sistema digestivo no va bien (a no ser que se deba a motivos emocionales). Debemos
tener en cuenta que las dietas bajas
en grasa causan estreñimiento,
mientras que las dietas altas en grasa
pueden causar diarrea.
Un aumento de
grasa en nuestra alimentación va a producir la liberación de bilis desde la vesícula biliar, lo que, a su vez, estimula el reflejo gastrocólico. Esto a su vez provoca movimientos peristáltios que, a su vez, inducen a la defecación. Si no hay grasa en la
dieta no se produce suficiente bilis en el organismo para conseguir dichos
movimientos. Los alimentos ricos en
grasa aumentan la motilidad (desplazamiento
de la comida una vez digerida del estómago al ano) mientras que los carbohidratos y proteínas no tienen esos efectos.
La bilis está formada por dos ácidos, el ácido
quenodesoxicólico (CDCA) y ácido desoxicólico (DCA). Estos ácidos
hacen que se facilite el paso de las heces mediante la secreción de una pequeña
cantidad de agua en el colon.
En conclusión,
si aumentamos nuestro consumo de grasas, por ende aumenta la motilidad del intestino
para tener un funcionamiento correcto. Algunos tratamientos médicos y/o
farmacológicos, antibióticos y problemas hormonales (tiroides) pueden ser los
causantes que impidan tener la ansiada regularidad. Si ninguna de estas es la
causa que te afecta, añade más grasa en tu dieta y deja que la química
haga el resto.
Resumiendo:
- La mayoría de
personas consumen unos 15 gramos de fibra. Algunas recomendaciones instan a
consumir unos 38 gramos.
- El consumo de
fibra no ofrece beneficios en el cáncer colorectal.
- La fibra de
nuestra alimentación debe provenir de alimentos vegetales enteros.
- Consumir más
grasa puede ayudarnos a combatir el estreñimiento.
FUENTES:
www.megustaestarbien.com
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