¿En cuántas ocasiones hemos
escuchado qué debemos basar nuestra alimentación en la pirámide alimenticia? Es
muy lógico que lo hayamos escuchado tanto. Veamos por qué. No soy un economista
pero esto es bastante simple y todos deberíamos entenderlo. Todos los mercados
siguen una premisa principal: “Conseguir
el mayor beneficio con el menor coste”. Es así como, la multimillonaria
industria alimentaria (de la que poca gente habla), nos vende como “saludables”
sus maniobras de publicidad y marketing, con el fin de que consumamos productos
que dejen grandes márgenes de beneficios
económicos.
Durante 1968, se comenzaron a
subvencionar cultivos baratos en términos de rendimiento de cultivo, como el trigo, el maíz y la soja. Con este
panorama, cambió la alimentación de los animales (de los pastos a las semillas
baratas). Por esto, la carne, la leche o los huevos comenzaron a cambiar su
perfil lipídico. Y pasamos de alimentos ricos en Omega-3, que es un ácido graso anti-inflamatorio, y CLA (ácido
linoleico conjugado) a alimentos ricos en Omega-6,
que es un ácido graso pro-inflamatorio, y que está asociado a la rigidez y
falta de permeabilidad de las membranas celulares. Esto es lo básico sobre
estos ácidos grasos esenciales, aunque del Omega-3 y Omega-6, hablaremos en
futuras entradas.
Situándonos en materia, la pirámide alimenticia de la USDA
(Departamento de agricultura de los Estados Unidos) simboliza el concepto
general de alimentación “saludable”, es decir, aquella alimentación equilibrada
que engloba todos los alimentos. Esta serie de recomendaciones tienen el
objetivo de promover un estilo de vida mejor y reducir las ECNT (enfermedades
crónicas no transmisibles) como diabetes,
hipertensión arterial, obesidad y enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, muchas de estas
recomendaciones han sido basadas en
hipótesis y no en evidencia científica, además de numerosos intereses
económicos y políticos. Sus recomendaciones
son las siguientes:
1.
Granos
Según la USDA, deben conformar la base de
nuestra alimentación diaria. Es decir, debemos sustentar nuestra alimentación
en un grupo de alimentos que no hemos conocido el 99% de nuestra existencia. He
de recordar que el ser humano, desde el inicio de los tiempos ha sido cazador/recolector, y no es hasta hace
unos 10.000 años, que la agricultura fue introducida, por lo que nuestro genoma
no está programado para asimilar correctamente los granos.
Desde que se introducen los granos a la alimentación diaria, los problemas cardiovasculares y obesidad han crecido desmesuradamente. Esto,
más la suma del refinamiento de los mismos gracias a la industrialización, disparando el índice glucémico (IG). Con
estas aclaraciones, podemos darnos cuenta de que estas “recomendaciones” no
tienen ni pies ni cabeza, solo responden a intereses
políticos e ignorancia.
2.
Frutas y verduras
Al contrario que los granos, las frutas y verduras si han existido desde la era del paleolítico. Las principales
fuentes de hidratos de carbono eran principalmente: vegetales disponibles y frutas
cuando era la estación. Estos dos grupos
representan la fuente ideal de
carbohidratos, especialmente las verduras.
Dado su alto contenido de agua, fibra, minerales, vitaminas, fitonutrientes y
antioxidantes son alimentos indispensables y deben formar parte de la alimentación diaria. Las frutas, si bien ofrecen beneficios, no
se debe abusar por su contenido de azúcares (principalmente fructosa). Las mejores opciones son
aquellas de bajo índice glucémico
(fresas, manzanas, melocotones, etc.).
3. Lácteos
En este grupo se incluyen los lácteos como la leche, el queso y yogurt. Estos
alimentos son importantes debido a su contenido proteico y de vitaminas. Los
humanos nos hemos alimentado de leche
materna durante la lactancia,
para luego pasar a otro tipo de alimentación más completa. Dentro de los
lácteos, la mejor opción son los quesos
grasos, que contienen alto porcentaje de proteínas de alto valor biológico,
vitaminas y minerales, así como grasa saturada fundamental para el funcionamiento
normal del cuerpo. También su consumo es interesante porque no contiene altos
porcentajes de lactosa (azúcar).
4. Carnes y
Leguminosas
Es inaceptable que la USDA agrupe estos dos
alimentos en una categoría. Hace suponer que las carnes y las leguminosas son intercambiables y tienen propiedades similares. La carne y las
leguminosas, son dos cosas totalmente distintas. Las carnes son fuentes de proteína animal completa, con muy bajo o nulo
contenido de hidratos de carbono y con aporte de grasa animal y colesterol
importante, que aporta vitaminas importantes como aquellas dentro del
complejo B, además de su contenido en hierro. Las leguminosas, no.
Contienen hierro menos disponible que el hierro animal, alto contenido de
carbohidratos y proteína vegetal, es decir, incompleta.
Dentro de esta
categoría también se incluye a los huevos
(alimento imprescindible) y los frutos
secos, que si bien deben estar presentes nuestra alimentación en mayor o
menor grado, no son equivalentes a las carnes o huevos, y mucho menos a las
leguminosas.
5.
Aceites y grasas
La USDA recomienda no añadir más grasa, puesto
la dieta "normal" aporta una cantidad de grasa suficiente y necesaria.
Por otro lado, se hace hincapié en consumir aceites vegetales que nunca
existieron (hasta hace unos años), porque tienen alto contenido de grasas
omega-6 que, supuestamente, son saludables
y protegen tu corazón. Craso error.
El alto consumo de omega-6, provoca una descompensación en el ratio
omega-3/omega-6, produciendo justo lo contrario, pero repito, hablaremos de esto en próximas entradas. Estos aceites vegetales incluyen aceite de canola, soja, maíz, girasol, etc.
La pirámide alimenticia, ¿realmente nos
convierte en personas más saludables?
En la actualidad, más del 65% de personas mayores
de 20 años en Estados Unidos presentan sobrepeso
y/o obesidad (Allison, et al. 1999). Asimismo, más de 64 millones de
personas tienen uno o más tipos de enfermedades
cardiovasculares y representa la principal
causa de muerte en dicho país (38.5%). Por otra parte, 50 millones sufren
de hipertensión y 11 millones sufren
de diabetes tipo II (AHA, 2004). El cáncer es la segunda causa de muerte
(25%) y se estima que 1/3 de estas muertes están relacionadas a factores nutricionales y obesidad (ACS, 2004). Las personas con síndrome metabólico (signos o factores
de riesgo metabólico relacionados con el aumento de posibilidades de presentar
una enfermedad) llegaron a 76 millones en el 2007, existiendo un
predominio cercano al 40% en el mundo (AHA, 2009).
La pirámide alimenticia necesita ser modificada para reducir las enfermedades y síndromes citados anteriormente. Una alimentación adecuada debería ser parecida a esta:
Resumiendo:
- Nuestro genoma no está preparado para asimilar correctamente los granos, ya que fueron introducidos hace “pocos años”.
-
La principal fuente de hidratos de carbono deberían de verduras y de
frutas (en menor medida).
- En cuanto a los lácteos, los quesos grasos representan la mejor opción.
- Las proteinas de origen animal, tienen mayor valor biológico que las leguminosas.
- El huevo es un alimento imprescindible. Frutos secos también deben ser incluidos en menor o mayor medida.
- La pirámide alimentaria está generando una sociedad con sobrepeso y/o obesidad, y con altas posibilidades de presentar enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión.
FUENTES:
www.somatotropina.com